martes, 31 de enero de 2017

RIO. Miguel Valdelagua










III
había ceniza en nuestras ropas 
pero nunca quisimos aprovecharnos de la llama para extender profecías
como llanuras que se repliegan y acechan sin la paradoja del objeto 
nuevas formas de mentira
sin sal en la tierra ni miradas que transcriban
nuestras
intenciones parecían claras 
no así el encuentro con las hojas que robamos a
la intemperie 
que nos envuelven una y otra vez
y son la misma mortaja
cientos de criaturas eran ya las que poblaban el desierto cuarteado
sin sed en las pupilas y los humores secos de dentro

“no hay obelisco en el centro de la tierra”
“no hay montaña que escupa salmos al agua”

así se formaron las aguas de la tierra 
el viento de la tierra
los animales que reptan sobre su vientre 
y las estatuas
sin mano que esculpa 
ni centro de granito que devuelva el eco desde dentro

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